Bought (Priv. Dennis)

Aquella mañana abrí mis ojos lentamente, como cualquier otra y, como llevaba pasando todas las mañanas desde hacía poco menos de 600 años, el lugar de la cama a mi lado estaba vacío. No era un vacío físico, puesto que muchas veces habían ocupado este lugar desde prostitutas, marqueses y burgueses, el rey, incluso algún plebeyo e infantes. No obstante, nada ocupaba ese vacío psicológicamente, un vacío que debía rellanarse con alguien que supiese que despertase el día que despertase durante el resto de mi vida, estaría ahí, a mi lado, siempre abrazado a mi cuerpo. Alguien que dependiese de mí en todos los sentidos. Necesitaba eso. Lo necesitaba y ya sabía dónde conseguirlo.

Me puse en pie, me duché y me arreglé de una manera totalmente rutinaria, colocándome diversas prendas y mirándome durante largas horas en el espejo hasta decantarme por un conjunto de abrigo negro con textura floral y cuello de pelo, una camisa de seda satinada roja, unos ajustados vaqueros negros con cadenas que recorrían la cintura y unas altas botas con cordones. En mi mano, al igual que siempre llevaba mi bastón de plata y rubíes y mi rostro además de haber sido decorado con la usual mariposa bajo el ojo, portaba un rubí adherido en uno de los pómulos.

Mandé a Viktor preparar el coche y cuando estuve arreglado, bajé de mi habitación, entrando al automóvil. Cuando mi empleado me preguntó dónde deseaba ir, mi respuesta fue clara- Al mercado negro, Viktor. Déjame en la entrada y vete a dar una vuelta. Regresa solo cuando te llame.-Y obedientemente, como llevaba haciéndolo los últimos 40 años, me llevó y me dejó en la entrada.

Bajé del vehículo con elegancia y avancé hasta la puerta, donde dos gorilas me miraron unos instantes antes de dejarme entrar. Yo lo hice y con parsimonia, apoyándome en mi bastón, me adentré en aquel lúgubre recinto lleno de moho. Era deplorable. A continuación me reuní con el “cabecilla” y comencé a preguntarle sobre las mascotas de las que disponían en ese momento, por lo que sin duda, tras mostrarme varias fotos, me decanté por un muchacho de aspecto realmente hermoso y cabello azul, al igual que sus ojos- Quiero conocerlo antes de llevármelo a casa. ¿Puedo hablar con él?-Los gorilas de la entrada me llevaron entonces hasta una sala pintada en tonos demasiado claros, lo cual hizo que casi me pusiera enfermo, no obstante, allí esperé, sentado en una silla llena de bultos y con una pierna cruzada sobre la otra.

Tras diez minutos, por fin vi aparecer al joven, quedando absolutamente deslumbrado por su belleza, tanto, que incluso por unos instantes quedé mudo. Acto seguido me puse en pie y en vez de tenderle la mano para que me la besase, como hubiese hecho habitualmente, tomé la del pequeño rehén y deposité un tierno beso que no daba lugar a dudas de lo encantado que estaba de conocerle.- Soy Reed Bird ¿Se puede saber cómo te llamas tú, oh grácil ángel bajado de la misma esfera celestial? No debe estar Dios poco envidioso de que de tu compañía sea yo ahora el que pueda disfrutar.-Definitivamente, mi corazón había caído preso de aquellos ojos desde un primer instante y aunque no fue mi intención más que comprar una mascota para pasar ratos con ella, con él quería pasar cada segundo de mi existencia.